(Ilustración de Lina Dudaite)

miércoles, 29 de febrero de 2012

Educación

RECORTES (un poco de humor)



Si todos aprendiésemos a decir las cosas en un tono cordial, respetando nuestras emociones sin incurrir en reproches y ofensas con nuestro interlocutor, el bienestar emocional sería alcanzado por ambas partes.
No es lo mismo decir "No quiero saber nada más de ti" que decir "Siento que no nos entendemos, cada uno tiene sus motivos, por lo que quizás seremos felices si seguimos el camino por separado".
"ANTE UN ATAQUE, UNA DEFENSA. ANTE UNA PALABRA AFABLE, UNA REFLEXIÓN" 

sábado, 18 de febrero de 2012

Nunca habrá en tu vida un milagro mayor que el ir y venir de cada respiración. No
te abandona en los momentos difíciles. Y es algo que nunca juzga. Cada respiración trae consigo la posibilidad de sentirse satisfecho. Cada aliento trae consigo la posibilidad de sentirse en Paz.                                                                                   

                    Maharaji





Uns policies explicant-li a un alumne valencià el concepte de Democràcia i Llibertat d'Expressió. 
Classe pràctica.





viernes, 10 de febrero de 2012

El trío Marconi Union, original de Manchester, se puso manos a la obra a trabajar con terapeutas especializados en música para crear una canción que ralentizara la respiración y redujera la actividad cerebral.
Lyz Cooper, fundador de la Academia Británica de Terapia Sonora, explica en el diario que la canción utiliza "principios musicales" que "individualmente" han demostrado tener "un efecto calmante". "Combinando esos elementos como lo han hecho Marconi Union han creado la canción relajante perfecta. El estudio ha demostrado que es la canción más relajante del mundo", añade el terapeuta.

Además, Cooper señala que la duración de la canción (8 minutos) es importante, pues se necesitan al menos "cinco minutos" para empezar a relajarse por completo, un proceso que denomina "incorporación". "El espacio entre notas ha sido elegido para crear un sentimiento de euforia y confort y no se repite una melodía, lo que permite a tu cerebro desconectar completamente. Hay repiqueteos aleatorios, que ayuda a inducir una sensación de relajación mayor. El elemento final es los suaves zumbidos y murmullos, como cantos budistas", concluye.
'Weightless' se sitúa, tras el estudio, la primera en una lista de diez canciones consideradas como las más relajantes: Airstream ('Electra'); DJ Shah ('Mellomaniac Chill Out Mix'); Enya ('Watermark'); Coldplay ('Strawberry Swing'); Barcelona ('Please Don't Go'); All Saints ('Pure Shores'); Adele ('Someone Like You'); Mozart ('Canzonetta Sull'aria'); y Café Del Mar ('We Can Fly').

martes, 7 de febrero de 2012


La manteca de cacao es sólida a temperatura ambiente, pero se derrite a 35ºC, un par de grados por debajo de la temperatura del cuerpo humano. El chocolate contiene mucho azúcar. Sus moléculas contienen gran cantidad de energía, que nuestra biología sabe utilizar. Además, una pastilla de chocolate ofrece el 10% de la cantidad recomendada de ingestión diaria de hierro.

Hace más de 2.000 años, el pueblo olmeca, que vivía en una región del actual México, aprendió a elaborar una bebida que alteraba la mente a partir de las bayas de una planta: el cacao. Los aztecas, que vivieran cerca pero siglos más tarde, asociaban esa bebida, el chocolate, con su diosa de la fertilidad. Se dice que el emperador azteca Moctezuma II bebía nada menos que 50 tazas de chocolate al día en un intento de mantener su vigor sexual.
1. El chocolate da fuerza
 El chocolate contiene mucho azúcar. Sus moléculas contienen gran cantidad de energía, que nuestra biología sabe utilizar. Además, una pastilla de chocolate ofrece el 10% de la cantidad recomendada de ingestión diaria de hierro.
2. El chocolate previene el envejecimiento
El cacao tiene un gran poder antioxidante, lo que resulta beneficioso no solo para combatir el paso del tiempo, sino también para prevenir el cáncer.
3. ¿El sustituto del amor?
Hace poco, los investigadores han descubierto que el chocolate contiene feniletilamina: para resumir, una sustancia “del buen rollo” con concomitancias con la anfetamina. En experimentos de laboratorio, los animales se vuelven locos con esta sustancia y se comportan como si estuvieran en pleno cortejo. 
El chocolate también contiene triptofano, un aminoácido que produce en el cerebro otra sustancia placentera, la serotonina. Lamentablemente, al cerebro llega muy poco triptofano del chocolate, así que es probable que no ejerza ningún efecto real. Aunque el chocolate ya ha sido llamado como el prozac vegetal.
4. El poder adquisitivo del chocolate
A todo el mundo, literalmente, le gusta el chocolate. Trasladado a cifras reales, esto quiere decir que alrededor del mundo se gasta más de 8.800 millones de euros al año en chocolate.
El problema es que cada año que pasa consumimos más cacao del que se produce, y la tendencia es que más tarde o más temprano terminará acabándose. ¿La razón? Su cultivo no sale tan rentable como plantar otros productos o dedicarse a oficios más estables en el sector servicios. De esta forma, los pequeños productores al Oeste de África cada vez están plantando menos cacao.
Las estimaciones dicen que en 20 años será tan raro y caro como el caviar y que muy poca gente podrá permitírselo.
5. Los perros y el chocolate
El chocolate posee un ingrediente llamado teobromina, el cual puede resultar tóxico para el sistema nervioso y los músculos del corazón de los perros. Por ello, es recomendable evitar que estos animales consuman chocolate. Al menos no demasiado.
6. El chocolate es la fuente de la felicidad
El chocolate estimula la producción de hormonas de manera similar a cuando nos reímos. De mismo modo, ayuda a combatir la depresión, la hipertensión, los tumores e incluso el estrés del síndrome premenstrual.
También contiene anandamida, otro neurotransmisor que activa la secreción de dopamina y produce efectos de euforia similares a los de la marihuana.
7. ¡Mucho chocolate!
Según una encuesta publicada en The Guardian, los europeos que consumen más chocolate per cápita son los británicos, que en promedio consumen 10 kilos por año, seguidos de los alemanes 8,1 Kg, los franceses 6,8 kg, los españoles 3,9 kg y por último los italianos con 2,2 kg por año.
(del blog informe21)

domingo, 5 de febrero de 2012

Reflexión de Angeles Caso

Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.

Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.

Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.

Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.

También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.

ÁNGELES CASO