ESTAS SON SUS PALABRAS :
Usted afirma que el cuerpo envía señales mucho antes de que el intelecto esté dispuesto a escucharlas. ¿Pueden las enfermedades considerarse como un lenguaje del alma?
Absolutamente, el cuerpo no puede ser engañado. Cuando estamos fuera de sintonía con nuestra alma, el cuerpo nos lo hace saber. Cuando vemos los trastornos de esa manera, nuestra percepción se amplía, y dejamos de pensar en términos de «¿Qué he hecho yo para merecer esto?», «¿Por qué a mí?»…
La medicina occidental sigue el modelo físico de causa-efecto de Newton, que considera el cuerpo como una máquina que se estropea y hay que arreglar. Este paradigma es útil en caso de accidentes o de enfermedad aguda, aunque incluso las enfermedades y los accidentes pueden ser interpretados como un toque de atención para que despertemos. Para mí la clave es: si algo te duele, busca ayuda, pero, al mismo tiempo, hazte la siguiente pregunta: «¿Qué está pasando en mi vida ahora? ¿Está mi alma enviándome algún mensaje?».
Enseña a las mujeres a mirar hacia dentro, a hacerse preguntas…
Habitualmente no sabes de qué va una enfermedad hasta que la has superado, pero yo siempre he preguntado a mis pacientes: «¿Qué está pasando en tu vida ahora?». Y esta pregunta siempre proporciona información fiable sobre las causas ocultas de la enfermedad. Por ejemplo, los dolores menstruales y el síndrome premenstrual —trastornos muy comunes— suelen estar relacionados con mucha actividad externa, mala alimentación y poco tiempo para una misma, para cuidarse y vivir un ritmo más pausado. Como me decía una mujer: «Cuando pregunto a mi dolor de vientre qué me quiere decir, la respuesta es: “Toma un baño y descansa”. Y cuando lo hago, los dolores desaparecen».
Los títulos de todos sus libros contienen la palabra “sabiduría”. ¿Cree que hay una sabiduría femenina?
Sí, la sabiduría femenina es la sabiduría de la Tierra. La sabiduría de las estaciones, de la Luna creciente y menguante. Es la sabiduría de entender que la necesidad de descanso y reflexión es tan importante como la necesidad de actividad. Es la sabiduría del cuidado y la ternura, del deseo y la certeza de nuestro poder para manifestar nuestros deseos si estos nos emocionan. Es la sabiduría de los sueños y la intuición. Los hombres la tienen también, pero se les ha enseñado a ignorarla; a las mujeres, en cierto modo, también, pero eso está cambiando ahora.
(Para leerla entera, aquí)
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