(Ilustración de Lina Dudaite)

viernes, 13 de enero de 2012


MONJES BUDHISTAS PLANTAN EN FUKUSHIMA 8 MILLONES DE GIRASOLES CONTRA LA RADIACIÓN



Un grupo de monjes budistas que residen en el templo de Goenji, ubicado en las proximidades de Fukushima, en Japón, región devastada por uno de los peores accidentes nucleares de la historia, se coordinó para llevar a cabo una labor ejemplar. Encabezados por Koyu Abe, líder del templo, los monjes se han dedicado a sembrar millones de girasoles, una planta que es famosa por su capacidad de absorber materiales del suelo, incluidos los radioactivos.

Los aztecas mexicanos consideraron al girasol una flor sagrada y la bautizaronAlcahual que significa maravilla. Luego, los conquistadores europeos justamente maravillados por ella transportaron sus semillas al viejo mundo y la plantaron a partir del siglo XVI. De ahí en más, esta flor omnipresente no ha terminado de incentivar y provocar las más diversas búsquedas. La encontramos fulgurante en la película “Los girasoles de Rusia”, como símbolo político del Partido Verde de España y en al menos cinco cuadros de Van Gogh. Hoy, como empieza a explicarse, se le ha encomendado también la noble misión de aliviar a los suelos de los residuos radioactivos.
Y que mejor manera de contribuir al combate del catastrófico escenario que sembrar millones de flores, las cuales no solo ayudan a depurar las tierras afectadas, sino que, al menos en un plano simbólico, irradian esperanza a una población desmoralizada.

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