Os deseo
que cada día del 2011 venga lleno de hermosos momentos, de silencios compartidos y de amaneceres cálidos ; que todas y cada una de las noches
podáis SOÑAR con tocar las estrellas, e intentéis ser felices en lo posible,




"Una joven pareja entró en el mejor comercio de juguetes de la ciudad.Hombre y mujer se entretuvieron en mirar sin prisas los juguetes de colores alineados en las estanterías y colgados del techo, en alegre desorden. Había muñecas que lloraban y reían, juegos electrónicos, cocinas en miniatura donde se hacían tartas y pasteles. No llegaban a decidirse.Se les acercó una dependienta muy simpática.“Mire”, le dijo la mujer: “nosotros tenemos una niña pequeña, pero estamos casi todo el día fuera de casa y, a veces, hasta de noche”.“Es una cría que apenas sonríe”, dijo el hombre.“Quisiéramos comprarle algo que la hiciera feliz”, añadió la mujer, “incluso cuando no estuviéramos nosotros… Algo que le diera alegría aún cuando estuviera sola”.“Lo siento”, sonrío la dependienta con gentileza, pero“aquí no vendemos padres“.
Ni una boyante cuenta bancaria, ni una magnífica casa en la playa, ni un matrimonio bien avenido con una excitante vida sexual. En realidad, Matthieu Ricard carece de todas las cosas que los demás perseguimos con el convencimiento de que nos harán un poco más felices. Y sin embargo, este francés de 61 años, biólogo molecular hasta que decidió dejarlo todo y seguir el camino de Buda, es más feliz que usted y yo. Mucho más feliz. El más feliz.