(Ilustración de Lina Dudaite)

miércoles, 22 de junio de 2011

NOCHE DE SAN JUAN

El solsticio de verano despierta escondido entre las cenizas. Elixires y conjuros cabalgan sobre los cuatro elementos –agua, tierra, fuego y aire– mientras el amanecer libera uno a uno los hechizos.
Los druidas y los celtas pensaban que la Naturaleza estaba repleta de espacios sagrados y convirtieron los árboles en el templo en el que celebraban sus rituales de sanación. La recolección con finalidad sanadora se llevaba a cabo según rigurosos protocolos.


 La vegetación dibuja un puzzle de matices, aromas y texturas con el que preparar ungüentos, cataplasmas, infusiones… todo tipo de remedios para cualquier mal. Las hierbas han sido utilizadas en todas las culturas por sus propiedades mágicas y medicinales.

La combinación de siete plantas, casi todas ellas nacidas entre el final de la primavera y el inicio del verano, constituye  una conjunción de fuerzas aromáticas y con promesas de sanación profunda y protección frente a los espíritus.
Son la salvia, la milenrama, el crisantemo de los prados, la hiedra terrestre, el rusco, la artemisa y el hipérico.
La salvia, con propiedades antiinflamatorias, balsámicas y antisépticas. Resulta muy útil para tratar los resfriados y la bronquitis. Además, reduce el nivel de glucosa en la sangre.


La milenrama preparada en infusión, esta planta sirve para lavar heridas y úlceras, y como cataplasma alivia las inflamaciones por su efecto astringente. En la Antigüedad se creía que un ramo de milenrama colgado del lecho conyugal o sobre los futuros esposos durante la ceremonia matrimonial aseguraba el amor durante al menos siete años.


Los coloridos ramos de pétalos comestibles conocidos como crisantemos de los prados, a menudo utilizados para aromatizar postres, simbolizan el Sol y la inmortalidad y son empleados para aliviar las molestias propias de la menstruación.


La hiedra terrestre, de hojas de color verde oscuro, tiene efectos antitusivo y expectorante, y en infusión sirve para aliviar dolores reumáticos. En la Antigüedad era empleada para realizar sortilegios de amor y fidelidad, para protegerse contra la negatividad y para invocar a los espíritus de la Naturaleza.


El rusco, planta de color verdoso con rojizas bayas en el tallo, tiene propiedades diuréticas y suele tomarse en infusión. Sus flores combaten los cálculos biliares combinadas con limón. También reduce la fiebre. Colocada en las puertas de las casas como protección contra las energías negativas.
La  artemisa es otra hierba con propiedades digestivas y sedantes. Las mujeres de la antigua Grecia recurrían a ella para neutralizar las molestias menstruales. Su faceta mágica está ligada a los viajes seguros y felices. Con ella se fabricaban flechas que eran lanzadas hacia los cuatro puntos cardinales como sortilegio frente a los malos espíritus.


Pero de entre todas las hierbas recolectadas justo antes de la madrugada del día 24 de junio la más conocida es la hierba de San Juan o hipérico, que, según una curiosa leyenda, nació de las gotas de sangre derramada al ser decapitado San Juan Bautista. Con ella se alivia la depresión y, según los tratados de magia, protege contra los malos espíritus.
 ¡Feliz Noche de San Juan!

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